lunes, 24 de abril de 2017

La Maleta





Vacíe a mi sien... La deje respirar y por unos segundo, desapareció todo... Incluso el afuera y el adentro, el vacío y la nada... Aquellas guerra, y sus metrallas en preguntas, todo quedó bajo una sopor y la niebla, aquella arena de mis ojos dejo paso dejaron paso a un coma ficticio e irracional, exhausta no supe que pasó más...

Cuando abrí los ojos, estaba dentro de una maleta, mi brazo era mi pierna, mi pierna mi cabeza, y esta iba por libre, separada rodaba volteada por la maleta como una pelota por raqueta en mesa.

Había una oscuridad sepulcral, mis ojos viajan por cada rincón buscando una resquicio que pusiera un poco de luz y respuesta a ese habitáculo ¿Por en el cual Sentía correr un fluido rojo y mis manos intentaban recoger aquel líquido espeso y cálido... ¿ Por qué intuía que era vital para mi existencia? ¿Que aquel olor era familiar? Mis dedos... ¿Dónde estaban mis dedos?

¡Ay! Dios, no encontraba mis manos, mis dedos... Yo quería probar aquel líquido... pero no encontraba a mis manos... Mis ojos buscaban y buscaban por aquel revoltijo de tripas... ¡Ya!

ya encontré a mis manos, hundí uno de mis dedos, cogí al dedo corazón y toque aquel líquido, cada vez menos templado, menos líquido y lo llevé a mi boca... Tenía un leve sabor dulce y salada... ¡Era sangre, mi sangre, tan mía, con tanto sabor a mí...!

¿Qué pasó, porque yo estaba desmembrada metida en una maleta? Que me hizo estar ahí, a trozos sin mí, sin ser yo... y siendo un equipaje de nadie?

Todos mis fragmentos comenzaron a sudar, y sudar... corría mi sudor al compás de aquella sangre que salía ya por todos los rincones de aquella maleta... Sabía que si no ponía remedios quedaría seca en décima de segundos, mis arterias se vaciaría sin remedio, y mi latido se apagaría como un generador sin corriente...

Desperté sudando... Al final aquella mujer metida en una maleta fue solo un sueño... ¿Un sueño?

¿Mi cuerpos en pedazos fueron parte de un sueño, o era la pura realidad?

Volví a sentir un miedo aterrador... la tormenta seguía con su machacona música, con sus luces de neón dando luz al momento más vacio, a la nada.

Ahora la maleta tenían otro sentido... mi vida era un fragmento de todas mis ilusiones, de cuanto me hubiese gustado ser o tener... Solo quedaba la esperanza de saber componer aquellos fragmentos y poner en orden aquella maleta.



Carmen Hernández Rey



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