martes, 22 de julio de 2014

El aviso





Hoy vinieron los cuervos

grapados en carpetas del juzgado,

golpearon a la puerta -de la que me he escurrido-

por no ver cómo acaban con lo que no me queda.



Un bisturí de voz

-y en la cara una hiena-

llenaron expedientes

con números y barras

que, según ellos, soy.



De pronto fue un tío vivo mi cabeza

la rabia se hizo espuma entre los dientes

y no era el mar azul. Denostada gemí.

Un paso más que sola, no hubo abrazo

no escuché una palabra

y la música hundía.



¿Qué es, si algo tuviste, aquello que te queda?

Aferrada a mi cuerpo,

por delante del sol y sin lo puesto,

a contraluz de embargo, propia y blindada, voy.



Graciela Zarate


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