jueves, 1 de mayo de 2014

Juan


Juan y el miedo a morir.
Juan y el miedo a estar solo, sin nadie que le cuide.
Y a estar sucio, a que Francia le hubiera vuelto un hombre
de corazón manchado para siempre.
Juan y las lágrimas.
Juan y los puños apretados;
los golpes en la ventanilla de aquel taxi
que nos llevaba a Rusia, o aún peor:  
a un mundo sin terrones de azúcar
italianos. Juan.
Mi amigo Juan Mazzoni,
sus pupilas enormes y su dolor enorme,
tan lejos de su escuela.
Juan y su madre.
Juan y la música muy alta, inapropiada.
Las ganas de quedarse sin oídos.
El pasaporte, y Juan.
Juan y aquellas lámparas de Ikea,
baratas, horrorosas.  
Juan y los dientes,
los mordiscos, la fe en la Coca-Cola.
Juan. Mi amigo Juan Mazzoni.
Y mi temor de no saber cuidarlo,
de que Francia me hubiera vuelto huraña.

Nuestro miedo a morir. 



Martha Asunción Alonso

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