lunes, 10 de marzo de 2014

El frío mármol




El frío mármol
se transformó
en el lecho
de nuestras palabras.
El tiempo
frenó
su curso habitual.
Quería descubrir
en el negro iris
de tus ojos tantas palabras.
Tus manos eran
pacientes,
delicadas,
precisas en sus movimientos.
Escuchabas expectante
la voracidad de mis poemas corrompidos.
Sonreías.
Al ponerte en pie
me di cuenta del hombre que eras.
Tu calle preferida
se convirtió para mis pisadas
en camino deseado y perdido.
No quería que acabase la calle.
Tu andar me tranquilizaba.
Quería asesinar el reloj de los atlantes de piedra.
Tu adiós fue cercano.
Marchaste con Rimbaud bajo el brazo
y la cabeza sin sombrero
repleta de hojas amarillas.




Fernando Vallejo Ágreda



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