miércoles, 26 de febrero de 2014

DESNUDA



Descalza.

Cuando el cielo se pinta
los labios de rosa fresco
y la tarde liba trinos
emigrando hacia la noche,
me desnudo.

De vos.
De mi.
De todo.

Liturgia amorosa hecha luna
en la luna del espejo.

En la estación de la piel
el himno del ángel errante
peregrina mi íntima multitud.
La sombra de mi pensamiento
en penumbra se rebela,
grita,
mi nombre cae.

Me desnudo.



Puerta abierta a la morada interior,
rompehielos que abre una brecha
en costra endurecida de prejuicios negros.

Hombros.
Pechos.
El ombligo.
Impúdico goce,
epiloga la última prosa
y flota en el lugar.

Pubis.
Muslos.
Los pies.
Me alzo altiva
frente a mi propio paisaje interior.
Emboscada al paso sigiloso de los días.

Los ojos acarician la lozanía
en su exacta redondez.
Los oídos beben el néctar
de las diosas.
Escucho de las manos
canto de sirena
del yo recién parido.

Me desnudo.

Cuerpo y alma conjugados
en mismo verso de amor.
Del otro lado de la soledad
celebro la vida
en universo de hoy,
donde la piel
es el único Dios posible.


Sandra Graciela Gudiño







1 comentario:

Leïlen dijo...

Dicen por ahí... que la piel... es de quien la eriza... Bienaventurada tú... mi amada poeta!