lunes, 22 de abril de 2013

Somalia, por ejemplo





No puedo hacer las camas.
Hay una niña en el pasillo.

Llora
acurrucada en un rincón.
Mi casa se ha vuelto
un laberinto de sombras.
Recovecos infieles
de los planos más obvios.
Solo intento continuar
mis tareas cotidianas,
pero ella no atiende
mi súplica de silencio.

Llora
y araña el suelo
observando encogida
los surcos inútiles:
reconozco su mirada,
su estupor
- casi su reproche –.

Llora
y va menguando en el llanto.
Tal vez,
dentro de unas horas,
no sea más que un charco en mi pasillo.




Amelia Díaz Benlliure


3 comentarios:

Amelia Díaz Benlliure dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Amelia Díaz dijo...

Este poema me persiguió durante días.
Esa imagen, esa niña deshaciéndose poco a poco sin importar a nadie, incluso molestando, vivía en mi mente y no sabía salir. Una mañana, al entrar a hacer las camas, de repente, fui corriendo a mi mesa, me senté y lo escribí de tirón. Luego hubo un poco de reposo y pulido, pero nació casi así.

puri teruel robledillo dijo...

Cuando leí este poema por primera vez, me emocionó.
Es hermoso querida Amelia
Un fuerte abrazo