sábado, 11 de febrero de 2012

ANIVERSARIO




A Rosa, por supuesto.



Tras lo pasajero,
sumido en el cansancio del nómada,
deambulaba por sendas y hospitales,
por retratos y agostos sin lluvia,
con el pasado sojuzgando mi sangre
y la destrucción haciendo nido en mi deseo.
Era el hombre del ruido y la indolencia,
el hombre que al pasar parece repetido,
prófugo de su sombra y sin sombra en los espejos,
con los rasgos por el cincel desdibujados
como un esbozo consumido en el aprendizaje.

Así sucedía el éxodo.
Así hasta tu encuentro.
No diré que descubrí la luz,
ni hablaré de noches y tempestades,
como relatan las mentiras románticas.
Tampoco nombraré sinónimos de saetas,
fulgores
o biologías abrasadas por la pasión,
porque no existen el vértigo ni la desmesura:
el amor es lento como la curación
de los errores:
las raíces del consuelo, los términos de la lujuria
van naciendo sin dentelladas,
sobre un prolijo material de costumbre,
macerando el aire y sus alrededores
hasta volverlo aliento transparente.

Aún habitamos la época del ascenso
y en ella todo se permite,
incluso un toque de humor en los signos,
por ello, antes de la cúspide
y el freno, antes de la caída
en el letargo de la vejez,
en los arcanos de la muerte o el desaliento,
escojamos una hora en el azar del día
y celebremos nuestro aniversario.



Miguel Carcasona

No hay comentarios: