viernes, 9 de diciembre de 2011

roberto



de madrugada,
verano de 2005

me acababan
de operar de
una fístula
y tenía el sueño ligero
a causa de las pastillas,
los dolores y las vendas

mi móvil
recibió
un mensaje

en la pantalla,
una de mis tías
había escrito esto:

roberto se ha suicidado

ella dormía a mi lado
y no quise despertarla

no pude decirle que roberto,
un primo lejano, estaba muerto

dejé el teléfono
y me zambullí
en la noche
en las sombras
en mi dolor callado
en el silencio del luto
en el misterio de su desaparición

traté de descifrar
su amargura y
el peso de su sentencia
vi su cara joven,
ya marchita por las depresiones

y pretendí imaginar
quién lo habría encontrado
y cuántas noches pasaría sin dormir.




José Ángel Barrueco


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