sábado, 9 de julio de 2011

Dar fe del diálogo





Dar fe del diálogo entre río y nube:
tal es la abnegación que al monte toca.
Lo sólido es lo frágil que se aparta
dejando anchura al respirar del agua.
A mayor resistencia, mayor daño.
Obstinado rompiente de los vientos,
atareado en darle forma al aire
y en relatar sin pausa sus hazañas
que nadie escucha sino acaso el tiempo
al que toda arrogancia mueve a risa,
el monte sabe que la menor nube
lo podría borrar de una caricia,
reducirlo a vestigio de su alcurnia,
vaga ruina del tiempo de los montes.
Y el cuchillo del río que lo acecha
podría desgajarlo y darlo al cielo,
errante fantasmón, cuento de niños.
Pero al caer la antigua noche, el monte,
acogido a la venia de la luna,
se permite dormir secretamente,
mientras que río y nube, condenados
al fluir incesante de su música,
vierten sus vanas quejas al oído
de algún pájaro insomne, despiadado.



Mariano Anós


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