martes, 3 de mayo de 2011

Cada una de ellas




Cada una de ellas
supuso un antes y un después.
Cada una, distinta; cada una, necesaria.

Aunque nuca tuvieron nombre
en el inmenso vacío de la memoria,
una a una habré de enumerarlas,
porque entre todas fueron tejiendo
en cada poro de mi piel
el inmortal beso de la madre tierra,
el incesante rayo de luces y sombras
que me habita por dentro.
A ninguna le reprocho.
A ninguna le debo y ninguna me salva.

Con la primera
se esfumaron las tristezas.
Otra llegó, y con ella volaron los sueños.
Una de ellas hizo que firmara la paz con el mundo.
Con la siguiente quedaron atrás los anhelos.
Otra fue quien se llevó consigo los recuerdos.


Hubo algunas más que dejé en el olvido.
La penúltima no se llevó nada,
simplemente me trajo el silencio.

Cada una de ellas supuso un antes y un después.
Cada una, distinta; cada una, necesaria.
A ninguna le reprocho.
A ninguna le debo y ninguna me salva.

Pero con la última, sí,
con ella empecé a sentirme libre.
Nada necesitaba ya.

Cuando esa última
palada de tierra
me cubrió los ojos,
se encendió la eterna noche
y todo se volvió prescindible.
Y no.



Emilio Gómez


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