miércoles, 11 de mayo de 2011

Amorcito





Nos conocimos en Siberia,
luego,
teníamos la obligación moral de calentarnos mutuamente.
Yo te frotaba las orejas,
tú me masajeabas los pies.
Yo te arropaba hasta los hombros,
tú me vestías de aliento.
Calentitos y desnudos,
nuestro domingo murió de fiebre.
El golpe de frío al abrir la ventana fue tal,
que en Siberia quedó
un mausoleo en nuestro nombre.


Carmen Ruiz


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