miércoles, 7 de noviembre de 2007

La noche eterna

Poema de Rodolfo Serrano, La noche eterna



Era la noche un vaso de agua en la mesilla,

la lámpara encendida y el sonido del grifo,

algún nombre lejano perdido en la memoria

y la amarga certeza de un adiós susurrado.




Las horas los abismos donde caer sin alas,

donde enterrar promesas de amores consumidos,

amores que volvían después de tantos años

vencidos por la vida y los perros del tiempo.




Miraba tu belleza dormida entre las sábanas,

tus pechos inclinados. Escuchaba el silbido

colándose en tus labios, brisa de cualquier isla

sin robinson ni viernes ni palmera o corales.




Por el cielo pasaban estrellas y naufragios

y las viejas palabras eran como la arena

perdiéndose en tus dedos de aquella playa muerta

en el rincón perdido de la alcoba alquilada.




El deseo es un niño con un juguete nuevo

tal vez sólo el relámpago que anuncia la tormenta

del olvido que habita en espacios de humo

y los besos son nudos que rompe el calendario.




Pero miro esta noche cómo duermes ajena

al miedo y los fantasmas de un abrazo que ha sido.

Y me acerco a tu cuerpo y busco en tus caderas

la eternidad de ahora. Este instante de dicha.

4 comentarios:

ybris dijo...

Bella visión del abandono del sueño en el cuerpo deseado.

Un abrazo.

Fernando dijo...

un abrazo amigo

Simplemente Olimpia. dijo...

El deseo es la red donde caén todos los "vestigios" del hombre para no descalabrar la vida y sus instantes.

Olimpia.

Fernando dijo...

será.